sábado, 31 de octubre de 2015

La espada en la roca: La Excálibur italiana de San Galgano

"HIC IACET ARTHURUS, REX QUONDAM REXQUE FUTURUS"
A todos nosotros nos son conocidos los nombres de Arturo, Merlín, Ginebra, Camelot, etc., ya que hemos crecido, sobre todo, viendo las diversas adaptaciones que se han hecho para el cine, y la televisión, sobre el mito artúrico. Hemos observado las aventuras de este grupo de caballeros idealizados que fomentaban la igualdad entre los hombres en una época donde tal derecho no era cocebido ni por la cabeza del bufón más loco del reino (la famosa Mesa Redonda evocaba esta igualdad entre los caballeros), mientras se dedicaban a buscar, uno tras otro, el perdido Grial de la Última Cena...o como Arturo consiguió su mágica espada, Excálibur.
Coronación de Arturo
Chrétien de Troyes, Wolfram von Eschenbach, Godofredo de Monmouth y Thomas Malory, entre otros, fueron autores medievales que han pasado a la posteridad por escribir sobre el mítico reino de Camelot, sobre la espada en la roca y la búsqueda del cáliz de Cristo, alcanzando dichas obras un gran renombre en un momento donde la política europea giraba en torno al concepto de la Cruzada contra los musulmanes que habían usurpado los Santos Lugares, mientras se sucedían luchas internas entre los príncipes cristianos (el concepto de Estado centralizado no comenzará a coger fuerza hasta la segunda mitad de la Baja Edad Media).
Por los estudios que se han realizado sobre el ciclo artúrico se sabe que escritores como Godofredo de Monmouth, o Chrétien de Troyes, se basaron en leyendas celtas y bretonas para construir el mágico mundo de Arturo y sus caballeros de la Mesa Redonda, pero la historia sobre la espada en la roca pudo haber tenido un origen más lejano que el resto de la leyenda.

LA "EJEMPLAR" VIDA DE UN SANTO
 
Galgano Guidotti, o Montesiepi, fue un caballero natural de un pueblo llamado Chiusdino, en la pronvincia toscana de Siena, que nació en torno al año 1148. Tras una vida disoluta y llena de violencia y excesos, la tradición cuenta que el Arcángel Miguel se le apareció hasta en dos ocasiones para que Galgano rectificase sobre las acciones que cometía en su vida. 
San Galgano

En la segunda de dichas apariciones, el Arcángel guió al caballero hasta Montesiepi donde tuvo una visión de Cristo y sus Apóstoles. Arrepentido por lo mundana que había sido su existencia hasta entonces, Galgano agarró con ambas manos la empuñadura de su espada y la clavó con fuerza en la roca que tenía junto a él, renunciando, con esta acción, a los placeres que la vida podía ofrecerle. Milagrosamente, la hoja de la espada penetró en la roca hasta poco antes de la empuñadura, quedando con forma de cruz, simbolizando el perdón de Dios hacía el convertido caballero.
La tradición cita que Galgano permaneció en aquel lugar, como eremita, hasta 1181, año en el que falleció a la edad de 33 años.
La historia de su conversión alcanzó límites insospechados y los lugareños, viajeros y peregrinos comenzaron a acercarse hasta Montesiepi, donde los cistercienses habían comenzado a edificar una abadía junto a la ermita donde el caballero se retiraba a orar, lugar donde había clavado su espada. Fue canonizado por el Papa Lucio III en 1185.

LA ESPADA EN LA ROCA
 
Como pudo San Galgano clavar, sin romper, su espada en la roca es un misterio; de igual forma que es imposible extraerla de la roca. Lo que si parece seguro es que tanto Godofredo de Monmouth como los demás escritores que incluyeron el suceso de la espada en la roca en su ciclo artúrico oyesen la historia del santo italiano. Para fortalecer estas afirmaciones existen varias pruebas y sugerencias que así lo atestiguan.

Espada en la roca
En primer lugar, la verenación a San Galgano. Fue un santo extremadamente popular entre los siglos XII y XIII, siendo su historia cantada por poetas y trovadores. Dada la fama alcanzada por el santo en dichos siglos no es de extrañar que Godofredo de Monmouth emplease el acto divino de clavar la espada en la piedra para "cristianizar" los actos paganos que la historia artúrica presenta, como la aparición de magos, hadas y duendes en un mundo donde la religión castigaba tales creencias.
En segundo lugar, las repetidas semejanzas entre la vida del santo y el ciclo artúrico. A la escena, de por sí semejante, de la espada en la roca, habría que sumarle el hecho de que uno de los caballeros que acompañan a Arturo recibe el nombre de Galván, o Gawayn, cuyo nombre latinizado resulta ser Galganus. Otra semejanza hace referencia a la visión que tuvo el santo en Montesiapi.
Cúpula Rotonda di Montesiepi
Una vez subió a la cima del monte vio a Cristo acompañado de los doce Apóstoles, tal y como he comentado anteriormente. Resulta curioso que el número concuerde con el de aquellos que ocupaban un sitio en la célebre Mesa Redonda (Arturo y sus doce caballeros). Paralelamente a esto, habría que señalar una última semejanza, la de la archiconocida Mesa Redonda con la Rotonda de San Galgano (la ermita donde el santo clavó su espada). Muchos han sido los que han querido ver un paralelismo entre la mítica mesa y la forma de la ermita del santo italiano, pero en mi opinión es sólo una coincidencia, ya que sigue los patrones propios del movimiento arquitectónico conocido como románico pisano.
Y en tercer lugar, la propia espada. A lo largo de los siglos bastantes personas han tratado de extraer la espada de su vaina petrea, tal y como sucede en el mito artúrico. Según la tradición, aún en vida de San Galgano ya hubo varios intentos por separar la espada de la piedra. Como cabe imaginar, el intento fue infructuoso. Al parecer tres monjes que envidiaban el que un hombre de armas, con sangre en sus manos, hubiese obtenido la bendición del manos del mismo Cristo planearon deshacerse del milagroso objeto destruyendolo. 
Manos momificadas conservadas en la Rotonda

La tradición cuenta que, por sus pecados, Dios castigó a los tres hombres: uno, se ahogó en el río; otro, fue alcanzado por un rayo; y el tercero, fue devorado por un lobo. Sobre este suceso, la Rotonda de Montesiepi mantiene expuestos los supuestos brazos momificados del monje, como advertencia para futuros agresores de la espada. A pesar de ello, hubo varios intentos más, siendo el último de ellos en 1992, cuando un idividuo rompió la empuñadura de la espada, la cuál fue reparada y protegida con una cúpula de polimetilmetacrilato. Ya fuese por mediación divina, o humana, lo cierto es que la espada permanece, tras novecientos años, clavada en la roca.
Detalle de la empuñadura

A la vista de las similitudes existentes, podriamos afirmar que la historia de San Galgano realmente sirvió como fuente de inspiración a estos autores para tratar el tema del ciclo artúrico, aunque las pruebas existentes no sean suficientemente firmes como para poder asegurarlo al cien por cien.
Lo que si se puede afirmar es que las autoridades de Siena protegen, a cal y canto, uno de sus más enigmáticos objetos históricos, imponiendo graves sanciones para aquellos energumenos que traten de alterar la conservación de la ermita y del objeto que se guarda en su interior.
Quizás, y a diferencia de la espada en la roca que sacó Arturo (destinada a ser extraída por el legítimo rey de Inglaterra), la espada de San Galgano trate de hacernos ver que el mundo puede ser un lugar mejor si tenemos fé en nuestra humanidad, renunciando a un mundo cargado de violencia.
 
Fuentes: